De querer ser abogada a trabajar en ventas: lo que aprendí sobre carrera profesional y bienestar laboral
Cuando era pequeña, sentía que lo tenía muy claro: sería abogada para defender a las personas. Lo que no conocía era Recursos humanos, pero recuerdo que en bachillerato, cuando tenía unos dieciocho o diecinueve años, pregunté a una de las orientadoras de carreras profesionales y le dije: ¿De qué va esta carrera? Recuerdo perfectamente que me dijo: “Una mezcla de psicología y de organizaciones”
Al principio tenía dudas, pero con el tiempo esa certeza se fue dibujando. Descubrí que lo que me apasionaba no era un título en concreto, sino entender cómo funcionan las personas, cómo toman decisiones y cómo se relacionan en entornos de trabajo.
De repente, mi camino dejó de ser una línea recta y se convirtió en algo mucho más amplio.
No fue un proceso rápido, me costó la misma vida, sin exagerar fue un proceso de autoconocimiento.
En algún momento me frustré por no tener nada claro o gustarme muchas, ya que no solo me apasionaba ayudar a las personas, sino también me moría la curiosidad de saber otros ámbitos.
En ese momento y en aquella época parecía que el éxito profesional solo era para quienes elegían una dirección y la seguían sin desviarse. Hasta que me di cuenta de que el mundo laboral no funciona así.
La clave está en aprender a adaptarte y a aprovechar lo que cada etapa te enseña.
Bueno… ¿Qué tiene que ver esto con las ventas?
A ver, si eres comercial puede que a veces sientas frustración o simplemente te hace gracia el rol porque en parte es divertido. Lo guay es que desarrollar unas habilidades son estupendas y tranversales para otros roles.
Pero…
El problema es que, muchas veces, el bienestar laboral se deja de lado. Se habla de objetivos, de comisiones, de cerrar tratos, pero poco de cómo sentirse bien en el día a día para poder rendir sin quemarse.
Si alguna vez has sentido que las ventas te desgastan, aquí van algunas soluciones sencillas para gestionar mejor tu bienestar sin sentir que te estás resignando.
1. Encuentra pequeños logros diarios
Parece una tontería, pero no lo es, yo misma me he puesto feliz por sentirme segura en una llamada, o tener pequeños avances, por ejemplo: recopilar más información de un prospecto, una buena conversación sin “no me interesa” y te cuelgo con la palabra en la boca. Celebrar estos pequeños logros ayuda a mantener la motivación y a reducir la presión. Te aseguro que es todo un acierto
2. Organiza tu tiempo con bloques de energía
No todas las horas del día son iguales. Identifica tareas o quizás hay algo que te distraiga más y no puedes enfocarte en esa tarea en ese momento. Identifica cuándo eres más productivo o productiva y reserva esos momentos para tareas clave, como hacer llamadas o cerrar tratos.
En cambio, usa las horas de menor energía para responder correos o actualizar el CRM. Trabajar según tu ritmo natural mejora la productividad y evita el agotamiento.
3. Aplica la regla del 80/20 en tus esfuerzos
No todos los prospectos son iguales ni todas las actividades generan el mismo impacto. Enfócate en el 20% de leads que generan el 80% de los resultados. Priorizar bien te ayudará a reducir el estrés y a aprovechar mejor tu energía.
Ser eficiente no es hacer más, sino hacer lo que realmente importa.
A veces creemos que el bienestar laboral solo se consigue encontrando "el trabajo perfecto", pero en realidad, se trata más de cómo gestionamos nuestro día a día en el trabajo que tenemos ahora.
Las ventas pueden ser desafiantes, pero también pueden ser una gran escuela de aprendizaje y crecimiento. Si estás en este mundo y no sabes si es para ti, en lugar de verlo como un "todo o nada", busca cómo hacerlo más llevadero, qué habilidades puedes desarrollar.





