🟢Ruta#cap8: edadismo en el trabajo: el riesgo psicosocial silencioso del que nadie habla
La discriminación por edad: el maltrato silencioso que afecta a miles de trabajadores y nadie quiere ver
Hola, estás en la Ruta Salud y Bienestar Laboral
Esta parada forma parte de un recorrido donde analizo cómo cuidar tu salud física y emocional en el trabajo.
Estaba estudiando y, de repente, me inundó la gran pregunta. La verdad, no sé por qué me pregunté esto, pero tenía la sensación de que debía buscar información y contarlo. ¿Por qué, en pleno siglo XXI, seguimos tolerando formas de mala trata en el trabajo? ¿Y por qué casi siempre se silencian las discriminaciones por edad, como si fuesen el peaje natural de “hacerse mayor” en el mercado laboral español?
Antes que nada, solo quería avisar para perfiles sensibles, más que nada porque me dejó algo impactada. Aviso si te dejo con dolor de tripa o sensaciones que te puedan sentir mal.
Si estas preparado/a adelante:
Precariedad: la base del maltrato laboral
En España, la mala trata laboral es mucho más común de lo que parece. Más de la mitad de las personas trabajadoras están en situación de precariedad: contratos temporales, salarios bajos, jornadas partidas y una enorme incertidumbre sobre el futuro profesional. Esta precariedad no es solo un problema económico: también genera infertilidad social y psicológica, pues muchas personas viven con miedo a perder el trabajo, sin poder hacer planes o mantener una salud mental estable.
La precariedad afecta especialmente a los colectivos más vulnerables, pero hay un fenómeno crucial y silencioso: la discriminación por edad o edadismo. Los estigmas negativos asociados a la edad se traducen en exclusión, desprecio e invisibilidad laboral.
Edadismo: la mala trata silenciosa de los mayores en el empleo
El edadismo no sólo es una cuestión cultural; es una realidad jurídica documentada. Aunque el artículo 17.1 del Estatuto de los Trabajadores prohíbe discriminar por edad, en la práctica ser mayor de 45 años es motivo frecuente de salida anticipada, despidos, dificultades para recolocación y, sobre todo, de exclusión en los procesos de selección.
Se calcula que el 57% de los parados en España tienen más de 45 años. Las empresas justifican este fenómeno alegando “costes elevados” por antigüedad o menor adaptabilidad, pero detrás hay una cultura profundamente arraigada que asocia experiencia con “obsolescencia”. Los equipos intergeneracionales apenas existen y los prejuicios pesan tanto que la edad se convierte en el primer factor de discriminación laboral, por encima del género.
Ejemplo
Pensemos en Rosa, administrativa de 54 años que, tras un ERE, lleva dos años encadenando entrevistas recibiendo el mismo mensaje: “estamos buscando un perfil más joven”. Rosa tiene experiencia, formación y capacidades, pero el simple hecho de haber superado la barrera de los 50 la ha convertido de forma injusta y sin apenas debate en invisible profesionalmente.
Hago una reflexión hasta aquí, a mi modo de verlo en esta edad se tolera menos, sabes lo que quieres y vienes con la mochila cargada de experiencia, por esos los jóvenes somos “manejables”, aunque esto está cambiando por fortuna no queremos la cultura del aguante y del sacrificio, cosas que en las organizaciones no lo van a entender, ni interesa.
El doble filo de la precariedad: jóvenes y mayores frente al abuso
El mercado laboral español expulsa a los mayores, pero también precariza a los jóvenes. Contratos temporales, sueldos bajos y jornadas irregulares tienen un coste emocional y físico: el 40% de los trabajadores precarios tiene casi el doble de riesgo de sufrir problemas de salud mental como ansiedad, depresión y fatiga crónica.
Esta precariedad, sumada al edadismo, genera una tormenta perfecta: se invisibiliza el talento senior y se explota la vulnerabilidad de quienes necesitan su primer empleo. Por un lado, las organizaciones “descartan” a personas experimentadas por ideas preconcebidas; por otro, los jóvenes aceptan condiciones indignas al saber que también pueden ser descartados.
Edadismo y salud: un vínculo preocupante
El edadismo en el empleo no solo impacta en el acceso a un trabajo digno, sino que es un factor de riesgo para la salud mental y física de las personas mayores. Ser rechazado sistemáticamente por la edad puede derivar en depresión, aislamiento y dificultades económicas. Además, una vez fuera del mercado, las posibilidades de reinserción caen drásticamente y crece la vulnerabilidad económica, agravando la trampa social y personal.
Mala trata estructural: más allá de la ley
A nivel estructural, el edadismo y la precariedad refuerzan un modelo de mala trata laboral difícil de erradicar sólo con leyes. Estudios recientes muestran que la discriminación por edad sigue naturalizada en la cultura corporativa y en los departamentos de recursos humanos, quienes por prejuicio descartan cientos de currículums solo por sumar años, sin evaluar el verdadero valor profesional detrás.
Añado algo más o porque no “coincide” no se ajusta, y esto a veces no tiene nada que ver con Recursos Humanos, sino más bien con políticas de empresas y por rentabilidad.
Es cierto que cuando busqué esta información me quedé sumamente desconcertada. Lo que yo creía, o lo que podía imaginar, se confirmó: el edadismo es una forma de mala trata y explotación laboral, pero lo hace de manera encubierta y silenciosa. Me sorprendió lo poco que se habla de este problema, lo invisible que es hasta que te toca de cerca.
Lo bueno de esto
Lo positivo de investigar y ponerle nombre a la discriminación laboral por edad es que visibilizar el problema es el primer paso para cambiarlo. La conciencia social está creciendo, hay más estudios, campañas y personas que se atreven a denunciar. La edad no puede seguir siendo un obstáculo para el desarrollo profesional y personal. Muchos movimientos y organizaciones luchan por derribar estos prejuicios y construir una cultura de trabajo más inclusiva, donde lo importante sean las competencias y no los años.
Hablar de edadismo es hablar de derechos humanos. Y si hay algo positivo que nos deja este análisis, es saber que cada vez somos más quienes decimos basta. La dignidad laboral no tiene fecha de caducidad.
Cuídate mucho. Nos leemos en la próxima.
Referencias
Cabanas, E. (2024). Precariedad laboral y su impacto en la salud mental. Consaludmental.
Consaludmental. (2024). Precariedad laboral, un fenómeno que daña la salud mental.
HelpAge. (2023). Discriminación por edad en el ámbito laboral.
PMP (2025). La edad ya es el primer motivo de discriminación laboral, por delante del género.
Solidaridad Intergeneracional. (2025). Edadismo laboral y desempleo en mayores de 45 años.
Unión General de Trabajadores. (2024). Informe: Salud mental y trabajo.





