Entropía y desgaste laboral: por qué los equipos se descomponen si no se cuidan
Leí sobre entropía en un libro de física y algo hizo clic. Todo tiende al desorden si no se cuida. Las máquinas, los equipos… y las personas.
La entropía es esa ley natural que dice que todo tiende al desorden si no se cuida. Que las cosas, por sí solas, se desgastan, se desorganizan, se rompen. Una habitación ordenada se desordena. Una máquina bien engrasada se oxida. Un sistema que funciona perfectamente, con el tiempo, se deteriora.
Y pensé: esto también pasa con el trabajo. Y con las personas.
¿Qué es la entropía aplicada al trabajo?
La entropía en sistemas laborales describe la tendencia natural al desorden cuando no hay intervención consciente. En PRL, significa que los equipos, máquinas y personas se desgastan inevitablemente sin cuidado preventivo activo. El síndrome de desgaste ocupacional es entropía actuando sobre las personas: desorden acumulado sin intervención.
Todo se desgasta si no se cuida
En prevención de riesgos laborales hablamos mucho de mantener equipos, revisar maquinaria, actualizar protocolos.
Pero rara vez hablamos de que los trabajadores también se desgastan. Y no solo físicamente.
El síndrome de desgaste ocupacional es el resultado del estrés crónico en el lugar de trabajo, donde los estresores superan los recursos del trabajador. Es como si la entropía actuara sobre las personas: cuando no hay cuidado activo, cuando no hay intervención consciente, el desgaste avanza.
Los equipos se revisan. Las personas, no siempre.
Y esto es lo más difícil porque nuestro trabajo no es médico, y tampoco podemos ir más allá solo detectar e informar.
La metáfora que nadie me explicó: orden vs. desorden
La entropía es una magnitud que mide el desorden de un sistema. En los sistemas aislados, el desorden tiende a aumentar con el tiempo.
Si dejas una máquina sin mantenimiento, se estropea.
Si dejas un espacio de trabajo sin orden, se vuelve caótico.
Si dejas a un trabajador expuesto a factores de riesgo sin intervención, se agota.
Lo que estoy aprendiendo es que el orden no es el estado natural de las cosas. El orden requiere energía. Requiere intervención. Requiere cuidado constante.
Y en el trabajo, eso significa algo muy concreto: no basta con contratar a alguien, darle formación inicial y esperar que se mantenga “bien” por inercia.
Las personas necesitan mantenimiento preventivo.
Cuando el desorden empieza en silencio
Las medidas preventivas deben ir encaminadas a la adaptación del trabajador al puesto y a la organización del trabajo, considerando aspectos físicos, ambientales y psicosociales. Porque los factores de riesgo ergonómico causan desgaste en el cuerpo y pueden causar lesiones.
Pero hay algo más sutil que también se desgasta: la motivación, la confianza, la energía emocional. Y eso no aparece en ninguna evaluación de riesgos tradicional.
He visto personas que empezaron llenos de ilusión y, con el tiempo, se apagaron. No por un evento traumático. Simplemente porque nadie intervino. Porque nadie paró a preguntar: “¿cómo estás?”. Porque se asumió que el sistema se mantendría solo.
No se mantiene. Nunca se mantiene.
Lo que significa cuidar de verdad: prevención como intervención continua
Los sistemas altamente entrópicos tienden a desaparecer por el desgaste generado por su proceso sistémico. Deben tener rigurosos sistemas de control y mecanismos de revisión para evitar su desaparición.
Aplicado al trabajo, esto significa:
Revisar las condiciones laborales con regularidad, no solo cuando hay un problema.
Detectar el desgaste antes de que se convierta en baja laboral.
Entender que el burnout no aparece de golpe: se va construyendo con actitudes y sentimientos negativos hacia las personas con las que se trabaja y hacia el propio rol profesional. Lo llamamos el tiempo latente.
Mantener los espacios de trabajo físicos y emocionales. Ambos se desgastan igual.
Señales de que tu equipo está en entropía máxima
¿Cómo sabes si el desorden ya ganó? Hay síntomas. Los mismos que aparecen cuando una máquina está a punto de fallar, pero en versión humana:
Nadie propone nada nuevo. Las reuniones son solo para apagar fuegos.
El “siempre lo hemos hecho así” se convierte en mantra defensivo.
Las bajas aumentan, pero nadie pregunta por qué.
Los conflictos se enquistan y nadie los aborda de frente.
El presentismo se dispara: cuerpos presentes, mentes ausentes.
La rotación de personal es constante y las salidas se viven con alivio.
Nadie se ofrece voluntario para nada que no sea obligatorio.
El humor desaparece. El ambiente es tenso incluso en los descansos.
Si marcaste más de tres, tu equipo no está cansado. Está en descomposición activa.
Prevención como lucha contra la entropía
Estoy aprendiendo que prevenir es luchar activamente contra el desorden. No es solo cumplir normas. Es entender que todo máquinas, equipos, personas tiende a desgastarse si no se cuida de forma consciente y continua.
La PRL no es solo evaluar riesgos una vez al año. Es mantener, revisar, ajustar, escuchar. Es reconocer que el desgaste es inevitable, pero el abandono no tiene por qué serlo.
Y sobre todo, intentar que sea previsible. Detectable. Evitable.
Porque todo tiende al desorden si no se cuida. Las máquinas, los equipos… y las personas.
Y en eso, quizá, esté la clave de todo.
Gracias por leerme una vez más. Cuídate.
Referencias bibliográficas
Clausius, R. (1865). Sobre las diferentes formas para la aplicación conveniente de las ecuaciones fundamentales de la teoría mecánica del calor. Annalen der Physik.
Maslach, C., & Jackson, S. E. (1986). Burnout en el trabajo: la evaluación del desgaste profesional. Madrid: Síntesis.
Gil-Monte, P. R. (2005). El síndrome de quemarse por el trabajo (burnout): una enfermedad laboral en la sociedad del bienestar. Madrid: Pirámide.
Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST). (2023). Evaluación de riesgos psicosociales: Guía práctica para la acción preventiva. Madrid: Ministerio de Trabajo y Economía Social.



