Peligro no es lo mismo que riesgo (y otros errores de principiante en PRL)
Quizás aún no lo tengo tan claro
Ay dios ¿dónde me he metido?
Esta es una pregunta que me gusta mucho y a veces me asalta. No dudo de ser prevencionista o al menos de llegar a serlo.
Pero la realidad es que me queda un camino largo por recorrer. Ahora solo estoy aprendiendo y voy sumando nuevos pasos, aprendizajes.
Mi yo joven inquieto que aprende. ¿A quién no le ha pasado?
Hoy quiero compartir los conceptos básicos que me están ayudando a entender realmente la PRL:
1. Peligro, Riesgo y Daño: NO son lo mismo (y confundirlos es un error de principiante)
Al principio usaba estas palabras como sinónimos. Hasta que comprendí:
Peligro: Es la fuente que puede causar daño. Por ejemplo, un suelo mojado, una máquina en movimiento, productos químicos.
Riesgo: Es la probabilidad de que ese peligro cause daño. Un suelo mojado en un almacén con poco tránsito tiene bajo riesgo. El mismo suelo en una cocina industrial tiene alto riesgo.
Daño derivado del trabajo: Es la lesión o enfermedad que finalmente ocurre. Una caída, una quemadura, un trastorno musculoesquelético.
¿Por qué importa? Porque no puedes eliminar todos los peligros, pero SÍ puedes reducir los riesgos.
2. Los espacios de trabajo tienen medidas mínimas (y no son caprichosas)
Algo que me sorprendió: la superficie libre por trabajador debe ser al menos 2 metros cuadrados (descontando equipos y mobiliario). Y la distancia mínima entre elementos debe permitir que los trabajadores se muevan con seguridad y comodidad.
¿Sabías que la altura mínima del techo debe ser de 3 metros en locales de trabajo (2,5 en oficinas y despachos)?
Parece obvio, pero muchas veces, en las oficinas donde apilan cajas porque “sobra espacio”, y es que sin darse cuenta están incumpliendo la normativa y generando riesgos de golpes o atrapamientos.
3. La protección colectiva SIEMPRE va antes que la individual
Este principio cambió mi forma de pensar: primero protegemos a todos, luego a cada uno.
¿Qué significa? Que si puedes instalar una barandilla que protege a todas las personas de una caída, eso es infinitamente mejor que darle un arnés a cada trabajador/a
Ejemplos prácticos:
Extraer humos tóxicos con ventilación general (colectiva) antes que dar mascarillas a cada operario (individual)
Poner resguardos en una máquina (colectiva) antes que confiar en que todos usen guantes (individual)
Señalizar y delimitar zonas peligrosas (colectiva) antes que depender de la atención individual
¿Por qué? Porque la protección colectiva no depende del comportamiento humano, que puede fallar. Es más fiable, más eficaz y protege a todos por igual.
4. La evaluación de riesgos no es un documento, es una conversación
Al principio pensaba que evaluar riesgos era rellenar formularios. Pero aprendí que lo más valioso es hablar con quien hace el trabajo cada día. Ellos saben dónde están los peligros reales.
Mi consejo: antes de escribir nada, pregunta. “¿Qué es lo más incómodo de tu puesto?” “¿Qué te da miedo que pase?”
5. Los EPIs son la ÚLTIMA barrera, no la primera solución
Otro aprendizaje clave: existe una jerarquía de medidas preventivas:
Eliminar el riesgo (lo ideal)
Sustituirlo por algo menos peligroso
Controles de ingeniería (protecciones en máquinas, ventilación...)
Señalización y procedimientos
EPIs (cuando todo lo anterior no es suficiente)
Si tu primera solución es “que use guantes”, estás empezando por el final.
Y nada, de momento seguimos aprendiendo. Y en nada más, mientras tanto cuídate.




Mi hijo es técnico prevencionista y siempre le escucho con orgullo como desarrolla su trabajo para la protección profesional